La peruana Gladys Carmela Baldwin Mariátegui, la polaca Eulalia Danuta Zakrzewska-Rolinska y la mexicana Nuria Ortiz Campos llegaron puntuales a su cita con los Juegos de la XIX Olimpiada.
Motivos no les faltaron: el tiro deportivo las hizo conocer como pioneras, persistentes, emprendedoras, temperamentales, detallistas, cautelosas y analíticas, aún bajo presión.
Eulalia Rolinska y Gladys Baldwin empuñaron sus carabinas para batirse en campo con 84 hombres en la especialidad de 50 metros tendido.
La presencia de Rolinska, Baldwin y Ortiz desterró para siempre la creencia de que las mujeres no podrían competir en el mismo nivel que los hombres.
Cuatro años después de la experiencia en México’68 Ortiz, Baldwin y Rolinska se citaron en los de Múnich’72.
La polaca, que llegó a la capital mexicana recién graduada como ingeniera, demostró precocidad y tino con su rifle corto pues con tan solo 20 años, en 1966, se cansó literalmente de colgarse medallas de oro en series mundiales y europeas.
El 6 de enero celebró 72 años de vida y un imponente legado de formación a nuevas generaciones.
Fue hija, sobrina y madre de olímpicos, su padre, Guillermo Baldwin, participó en los Juegos de Melbourne 1956 en carabina tres posiciones y terminó en el puesto 14.
La hija, Gladys, fue la número 27 en la modalidad de carabina tres posiciones en LA’84.
Cincuenta años después del verano que deparó valiosos hechos históricos y disparó tantas bromas, el legado de la peruana Gladys Carmela Baldwin Mariátegui, la polaca Eulalia Danuta Zakrzewska-Rolinska y la mexicana Nuria Ortiz Campos sigue imborrable.