Para mantener los cráneos perfectos límpiales el polvo utilizando una bayeta mojada con agua tibia.
A la cuerna, además, le puedes aplicar, una vez al mes, una cera incolora de las que se venden para el cuidado de los muebles.
Cualquier colmillo, ya sea de jabalí o de elefante, necesita un ambiente con cierta humedad –sobre todo si vives en la zona centro– para evitar que se rajen.
Quítales el polvo con una bayeta e hidrátalos con cualquier tipo de crema hidratante o vaselina.
Debes mantener la piel perfectamente limpia de polvo, ya que trae consigo ácaros, polillas…
Para ello utiliza un paño húmedo.
Una vez al mes, peínala –siempre a favor de pelo–.
Después aspírala con una aspiradora –también es recomendable soplarla con un pequeño compresor– y, por último desinféctala, rociando en abundancia, a medio metro de distancia, un insecticida anti-polillas.
Lo mejor para conservar la pluma es ‘enjaular’ nuestro ‘pájaro’ en una vitrina hermética: es la manera de despreocuparnos de su mantenimiento.
De no ser así, tendremos que seguir, una vez al mes, unas pautas para cuidar de nuestro trofeo.
En primer lugar debemos limpiarle el polvo, pero nunca usaremos una aspiradora.
Lo mejor es ‘soplarlos’ con, por ejemplo, los sprays de aire comprimido que se emplean para limpiar las cámaras fotográficas.
Si están bien naturalizados, bastará con quitarles el polvo con un paño o un plumero.
Si se le ha desprendido parte del barniz… ya puedes pensar en tirarlo.
Te recomiendo que tu trofeo naturalizado incluya el cráneo original: aunque pese más, si la polilla se da un atracón con la piel de tu pieza al menos conservarás esta parte del animal que tanto te costó cazar.
Para conseguirlo, coloca algún recipiente con agua.
Además, aléjalos de fuentes de calor –como radiadores ¡y chimeneas!– y evita cambios bruscos de temperatura.
La polilla de la ropa es la gran enemiga de tus trofeos –y el terror de cualquier museo del mundo–.
Sus larvas se alimentan, entre otros, de pelo, plumas, piel y cuernas.
Con las pautas que te ofrecemos podrás mantenerlas a raya, pero si tu animal ha sido invadido por este insecto y no lo tratas a tiempo, despídete de él.
Por eso te recomendamos no naturalizar en África las piezas que allí abatas, ya que lo más normal es que lleguen a nuestro país infectadas de polillas.
Intenta mantenerlos en un espacio a unos 15º C: es una temperatura algo fría para la habitación de casa, pero es a la que los insectos se muestran inactivos.
La humedad debe ser de alrededor del 55 por ciento, y evita los cambios de temperatura.
Además, no te olvides de desinfectar el lugar dos o tres veces al año.
Para ello puedes utilizar un humo insecticida de los que existen en el mercado –recuerda que tendrás que cerrar la estancia y no entrar en ella hasta pasadas 24 horas–.
Pero si quieres olvidarte de tener que cuidar tus trofeos, hay una solución: una vitrina hermética.
Debes mantener la piel perfectamente limpia de polvo, ya que trae consigo ácaros, polillas….