Los elementos de limpieza, deben ser pocos pero de la mejor calidad posible.
La mejor es de una pieza, de ACERO recubierto de material sintético, adaptada al calibre y longitud del cañón.
Igualmente, aunque menos rígidas las de LATÓN sirven a la perfección; con las de ALUMINIO, por su poca dureza, hay que extremar el cuidado para no rozar las estrías generando depósitos difíciles de quitar.
Los cepillos de cerda o material sintético, por su suavidad, pueden utilizarse para la limpieza de pólvora, polvo, u otro material extraño de fácil eliminación.
Los cepillos de éste material y nunca de acero o aluminio, se utilizan para eliminar restos más difíciles, su diámetro debe corresponder al calibre del cañón.
Los soportes para trapos pueden ser de dos tipos: los de empuje («gratas») los cuales están diseñados específicamente para cada calibre permitiendo una limpieza muy buena del estriado, y los de ojal, que tienen mas tolerancia y se emplean para una limpieza con trapos mas somera y sobre todo para introducir en el cañón los líquidos de limpieza.
Los trapos siempre de algodón, deben adaptarse al calibre del cañón, lo cual es extremadamente importante sobre cuando se emplean soportes de empuje.
Un cepillo de dientes u otros de diseño apropiado, son necesarios para la limpieza de recamara, cerrojo, y zonas de difícil acceso.
Los disolventes se utilizan para eliminar los restos de pólvora, plomo y latón (cobre), suelen ser productos con base de petróleo, que dejan el ánima del cañón sin protección una vez utilizados.
Los lubricantes son tipo aceites de origen orgánico, mineral o preferentemente sintéticos, que se emplean para la limpieza general, para evitar la corrosión y lubricar los componentes mecánicos.
Siempre deben utilizarse en pequeñas cantidades, evitando empapar las piezas del arma, por sus consecuencias negativas.