Emplear un cargador más potente en un teléfono que requiere menos energía no supone ningún problema. No va a ocurrir nada. Ni el teléfono se va a quemar ni nada parecido. Simplemente, el cargador se adaptará a lo que el teléfono le pide. Hablarán entre ambos y se pondrán de acuerdo. Y si no hay consenso, el cargador no enviará energía y tendremos que buscar otra solución. Pero nuestro teléfono no va a dañarse, podemos estar tranquilos. Porque ojo, igual que el cargador no envía más energía de la necesaria, el teléfono tampoco la aceptaría. Esto es un acuerdo entre dos partes y ambas tienen que cumplir lo acordado. Los cargadores operan con el concepto de la energía de salida máxima. Un cargador de 150W no envía constantemente 150W, sino que se adapta a lo que tiene conectado al otro extremo. Digamos que si tu móvil tiene una entrada de energía máxima de 30W, serán 30W los que demande al cargador y éste se los entregará si puede. Si el cargador es más potente, reducirá su potencia para entregar al teléfono lo que él le pide, o la potencia más cerca a sus requerimientos por debajo de la entrada máxima del teléfono.