La velocidad de reacción se puede definir como la capacidad de ofrecer una respuesta ante un estímulo lo más rápido posible. En este caso, y aplicado especialmente a los porteros, estamos hablando de la reacción ante el remate de un adversario. La velocidad gestual consiste en la contracción de los músculos a la mayor velocidad posible para generar el movimiento de alguna extremidad física. Está relacionado directamente con la fuerza y la resistencia que necesita un portero para realizar un movimiento específico. Algunos ejercicios para trabajar la velocidad de reacción en porteros incluyen que el portero debe sentarse en un balón de Fitball apoyando los pies en el suelo y formando un ángulo de 90 grados con las rodillas, mientras el entrenador lanza pelotas de tenis por encima de la cabeza del portero para que cuando este vea caer la pelota de tenis por delante de su cara reaccione dando un manotazo y desviándola. Otro ejercicio consiste en que sentado en el mismo balón de Fitball, un compañero que se sitúa por delante deberá lanzar un disparo frontal para realizar una parada, y cuando el portero va al suelo para detener el remate, otro compañero colocado junto a quien lanzó el tiro deberá recibir un saque rápido, con la mano, del portero, mientras el entrenador realiza un golpeo de una pelota de tenis a media altura, para que realice una intervención de desvío con caída lateral. La velocidad de reacción para posicionarse también es fundamental, ya que uno de los errores comunes que suelen cometer los porteros en la competición ocurre en las segundas acciones, donde después de una primera parada y tras un rebote, deben corregir la posición y desplazarse sin apartar la vista del balón. El trabajo de reacción para el correcto y rápido posicionamiento también resulta fundamental, y no se debe olvidar que tanto el posicionamiento como la colocación son conceptos abiertos y no rígidos.