La táctica del portero-jugador es una estrategia en la que un portero asume la función de jugador de campo o cuando un jugador de campo toma el papel de portero.
A la hora de realizar esta, el equipo crea una situación de superioridad puesto que en el campo ya no se encuentra un equipo de un portero y cuatro jugadores, sino un estilo de juego de cinco contra cuatro.
Se trata de un planteamiento que requiere mucha práctica y una estrategia bien estudiada tanto a la hora de poder manejar la defensa como el ataque.
En todo momento los jugadores deben trabajar en equipo y concentrarse en no perder el balón puesto que, ante un error, puede costar un gol ya que no habrá ningún jugador defendiendo la portería.
Cuando se encuentra en campo propio, el portero-jugador solo puede tocar una vez el balón.
En caso de tenerlo en posesión, únicamente dispone de 4 segundos para mover la pelota.
Si durante la misma jugada el portero-jugador vuelve a tocar el balón antes de que la toque un jugador del equipo rival se pitará cesión.
Es decir, libre indirecto en contra.
En el momento en el que un portero-jugador se encuentra en media pista del rival, se convierte en un jugador más, pudiendo de este modo dar y recibir pases ilimitados.
Esto suele venir directamente relacionado con el instante en el que un equipo va abajo en el marcador y están cerca de los últimos minutos de partido.
Con intención de dar vuelta a la situación, arriesgan a la hora de dejar la portería vacía para situar a un quinto jugador en el campo rival con intención de meter presión al otro equipo y, con ello, tratar de dar la vuelta al resultado.
Se trata, por tanto, de una medida tomada en la situación más crítica y cuando los equipos requieren de un último esfuerzo en un intento de evitar la derrota.