La agilidad física es la capacidad de moverse con soltura y rapidez en respuesta a un estímulo. Esto requiere poder cambiar de velocidad y de dirección de movimiento del cuerpo, con rapidez y precisión, acelerando y desacelerando en el momento oportuno. Ser ágil nos permite gozar de una buena capacidad de maniobra en lo cotidiano y tiene multitud de beneficios en el deporte. La agilidad física involucra nuestra parte cognitiva, puesto que para responder con un movimiento a un estímulo hace falta ejercer la habilidad de la comprensión y la concentración mental. Si quieres mejorar tu agilidad, te recomendamos añadir ejercicios específicos en tu rutina de entrenamiento. He aquí algunos ejemplos: realizar sprints hacia adelante y hacia atrás, sortear obstáculos, hacer una carrera en zigzag, saltar a la cuerda, hacer ejercicios de gateo, bajar y subir escaleras a una gran velocidad. Aparte de deportes en equipo como el fútbol o el baloncesto, existen numerosas disciplinas en las que se trabaja la agilidad: zumba, boxeo, kick-boxing, judo, tenis, pádel, y más.