El duelo por rompimiento amoroso es más difícil de superar que la pérdida por muerte, indicó Rozzana Sánchez Aragón, investigadora de la Facultad de Psicología de la UNAM, luego de explorar las reacciones de más de 800 personas después del adiós del ser amado. La pérdida por muerte enfrenta el individuo a un final definitivo, sin las expectativas del nuevo comienzo que a menudo acompañan al proceso por rompimiento amoroso y que conducen a prolongar el duelo. La infidelidad fue la principal causa del rompimiento. Quienes terminaron su relación por este motivo tienden a la seudoaceptación, el desaliento, y dejan de lado la negociación. Esto indica que cada condición define el proceso de duelo que vivirá una persona. La académica universitaria destacó la necesidad de vivir ciertos procesos, pues la experiencia de enfrentar un duelo amoroso puede ser una lección de vida para las personas, aunque duela. Los participantes debían contestar preguntas abiertas sobre las diversas reacciones que presentaron durante las seis etapas retomadas del duelo por muerte: la negación, la ira, la depresión, la negociación, la seudoaceptación y la aceptación. Las conductas más frecuentes son: adaptación, reacciones hostiles, depresión, desorganización de sí mismo y cambios en sus patrones de alimentación. En cuanto a los pensamientos predominó el anhelo, la negación, la esperanza, la suspicacia y la reorganización; mientras que las emociones más comunes son la frustración, la decepción, la impotencia y el alivio.