Conócete a ti mismo, el autoconocimiento es esencial en el proceso de toma de decisiones.
Saber tus gustos y valores, así como tus habilidades y limitaciones, ayudará a que al momento de elegir lo hagas correctamente.
Puedes pensar que para tomar buenas decisiones es necesario un largo tiempo para analizar varias alternativas y sopesar sistemáticamente todos los pros y contras.
Sin embargo, a veces un juicio rápido puede ser igual de bueno, o incluso mejor.
Tu estado emocional influye más de lo que piensas en las decisiones que tomas.
El que estés alegre, triste, entusiasmado o cansado puede provocar que hagas una elección apresurada o de manera pesimista.
Evalúa tu estado de ánimo y cómo está influyendo tu razonamiento antes de decidir.
La familiaridad genera comodidad, es probable que tomes decisiones que no son buenas simplemente porque es a lo que estás acostumbrado.
Puede ser que tengas hábitos nocivos y quizá no estés consciente del daño que te hacen.
Al enfrentar una decisión, plantéate el problema de modo diferente, tómate un minuto para ver el problema de forma distinta, esa puede ser la respuesta.
Puedes considerarte una persona segura de sí misma que toma sus decisiones sin que los demás influyan, el hecho es que nadie es inmune a la presión social.
Innumerables experimentos revelan que las personas se dejan influir por figuras de autoridad o sus pares y toman malas decisiones.
Al tomar una decisión es posible que evalúes entre distintas opciones e incluso consideres más posibilidades, lo mejor es que descartes las opciones que no sean viables desde el principio.
De este modo, tomar una buena decisión será más fácil.
La mente tiene estrategias que le ayudan a entender situaciones y tomar decisiones más rápido, y aunque estos atajos mentales permiten simplificar nuestras vidas, en ocasiones pueden llevarnos a tomar malas decisiones.
Al enfrentar una decisión difícil, pregúntate: ¿Qué harías si fueras alguien más? o ¿Qué te aconsejaría tu mejor amigo, es probable que descubras la respuesta más fácilmente cuando al imaginarte como otra persona o desde la sabiduría de otra persona.
Ponerte en otros zapatos o hablar contigo mismo como un amigo de confianza permite distanciarte emocionalmente de la ecuación y ver el problema desde otra perspectiva, esto te dará la oportunidad de ser más objetivo.