Pateó, se resbaló, la pelota entró en el arco, gol y a sacar del medio. Cuando las repeticiones televisivas hicieron su tarea, quedó en evidencia que Palermo le había pegado con las dos piernas. Allí los comentaristas fueron a desempolvar el reglamento y se enteraron que, lógicamente, no se puede patear un penal con los dos pies. En entrevistas posteriores, el goleador dijo que el árbitro lo había convalidado, ya que no tenía intención de sacar ventaja. Algo como una mano casual, eventualidad contemplada en los marcos de la legalidad futbolera. Con un campo de juego en muy mal estado, Pablo Solari se resbaló como Palermo. En una analogía total, la pelota también entró por el medio, pero todo terminó distinto. Al ver la jugada de frente, el arquero salió disparado, gesticulando que el jugador de River le había pegado con las dos piernas. Luego de consultar con el VAR, el referí dio por anulado el gol. Una tanda después, con un tiro en el poste de Robert Rojas y un penal convertido por el arquero del Inter, River se quedó afuera del certamen. Descartada la intención de aprovecharse, probablemente tenga que ser revisado el reglamento. Esto ha sucedido muchas veces en el fútbol moderno, desde la prohibición de tomar la pelota con la mano por parte de los arqueros cuando se la pasa un compañero hasta la más reciente normativa, luego de la actuación del Dibu Martínez en la Copa Mundial, cuando enloquecía a los rivales que iban a patearle un penal.