La respiración influye no sólo en los aspectos fisiológicos del rendimiento, como la ingesta de oxígeno y la expulsión de dióxido de carbono, sino también en estados psicológicos como el enfoque y el nivel de estrés.
Una respiración lenta y controlada mejora la eficiencia del oxígeno y reduce la EFL, promoviendo una mejor resistencia y un rendimiento general más alto.
La Respiración Lenta Voluntaria, realizada a seis respiraciones por minuto, ha demostrado mejorar tanto la salud fisiológica como psicológica.
Una respiración controlada no sólo asegura un suministro constante de oxígeno, sino que también fomenta un estado mental tranquilo y enfocado, reduciendo la ansiedad de rendimiento.
Los ejercicios de respiración diafragmática, que implican respiraciones profundas hacia el abdomen en lugar del pecho, pueden mejorar la eficiencia respiratoria y la resistencia.
Una estrategia práctica de entrenamiento incluye comenzar y terminar cada sesión con cinco minutos de respiración lenta controlada para regular la frecuencia cardíaca y preparar al cuerpo para el esfuerzo físico.
Durante las competencias, los atletas pueden integrar ejercicios de respiración lenta en fases menos intensas para conservar energía y mantener el enfoque.
Al dominar técnicas específicas de respiración, los atletas pueden mejorar la eficiencia del oxígeno, retrasar la fatiga y aumentar su resistencia general.